jueves, 5 de noviembre de 2009

Moyano también repartirá diarios

Y así lo reflejan los diarios:
Crítica de la Argentina
El camionero sumó a los choferes de las cooperativas que reparten la prensa escrita
Moyano también controlará la distribución de los diarios
Bloqueó, con la complicidad del Gobierno, la salida de los camiones desde la madrugada de ayer y la retomó anoche para terminar de presionar. Ganó apenas 300 afiliados pero mucho poder sobre los medios.
Por: Mariano Martín
La alianza entre Néstor Kirchner y Hugo Moyano dio ayer un paso más en su batalla contra el Grupo Clarín. Con la venia del ex presidente, el sindicalista se garantizó la representación de parte de los distribuidores de diarios y revistas tras amenazar con impedir hoy la salida de todos los matutinos. Lo hizo al término de una larga jornada que arrancó a la madrugada con el bloqueo de los camiones de distribución en Barracas, siguió con un encuentro entre Kirchner y Moyano en Olivos y finalizó con una reunión de varias horas en el sindicato de choferes, donde los empresarios del reparto denunciaron un virtual secuestro hasta obligarlos a firmar un acuerdo.
Fue el capítulo final de una negociación que arrancó nueve meses atrás pero que se remonta a un conflicto de larga data entre el líder de la CGT y Clarín. Y que Moyano recién logró encauzar a su medida una vez que Kirchner se decidió a embestir en contra del principal grupo mediático.
La disputa se desarrolló en unas pocas cuadras, entre el barrio de Barracas, donde se ubican los centros de distribución de los diarios y las revistas, y el de Constitución, donde está emplazado el sindicato. Y al gremio le bastó con unos pocos camiones para bloquear el reparto y demostrar que está en condiciones de paralizar la venta de la prensa escrita.
La medida de fuerza generó rechazos de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y de varios sectores políticos, entre ellos la conducción de la UCR, el macrismo y hasta del senador oficialista Guillermo Jenefes. La Sociedad de Distribuidores de Diarios y Revistas (SDDRA) dijo que pidió la intervención del Gobierno para lograr el fin de la medida pero no tuvo respuestas.
La pulseada empezó temprano, pasada la medianoche de ayer, cuando un grupo del sindicato ubicó camiones en Vélez Sársfield 1857, frente al principal centro de distribución de los diarios en la Capital Federal. Allí advirtieron que impedirían la salida de los transportes si los responsables de las cooperativas que realizan el reparto no cumplían con un acuerdo alcanzado en febrero pasado: el pase de los empleados al convenio de los choferes.
El bloqueo se extendió por cerca de tres horas y demoró la aparición de los diarios en los kioscos hasta la media mañana. Los manifestantes sólo levantaron la medida una vez que una de las cooperativas firmó el traspaso de los camioneros, y los empresarios se comprometieron a participar en una reunión a las 16 en el gremio, en San José 1781.
Ese encuentro estuvo liderado por Pablo Moyano, adjunto del sindicato. En paralelo, Hugo Moyano fue a Olivos y se entrevistó con Kirchner, confirmaron fuentes del gremio. Si bien no dieron a conocer los motivos del encuentro, el sindicalista salió de la Quinta Presidencial con el aval político para redoblar la apuesta y convocar a una huelga de la distribución, con bloqueos en Barracas, si los empresarios no aceptaban firmar el reencuadramiento.
La reunión en el sindicato se extendió por seis horas. El secretario gremial de la SDDRA, Oscar Pepe, denunció que los cuatro representantes que estuvieron en el gremio sufrieron “un virtual secuestro” porque fueron “amenazados con que no los dejarían irse si no firmaban”. Y dijo que tres de los cuatro representantes de cooperativas también “firmaron pero bajo presión”.
La entidad y el sindicato disintieron en varios números: el gremio alegó que con el acuerdo de ayer logró incorporar a su convenio a cerca de 300 trabajadores (hasta entonces cooperativizados) de 8 cooperativas sobre un total de mil que se encargan de la distribución, entre choferes y auxiliares. Para la SDDRA, el resultado obtenido por Moyano al cabo de la protesta fue medio centenar de camioneros de cuatro cooperativas. En lo que sí coincidieron fue que doce de las cooperativas que operan en el sector no quedaron alcanzadas por el convenio.
La pelea de ayer está en sintonía con los embates que dieron los Kirchner contra el grupo Clarín: la ruptura del convenio para la televisación del fútbol; la vuelta atrás con la fusión entre CableVisión y Multicanal; un operativo masivo de la AFIP en el diario Clarín, y la sanción de la ley de servicios audiovisuales.
Para seguir avanzando, Kirchner y Moyano impulsarán la sanción de un proyecto de ley (que tiene dictamen favorable de la comisión de Legislación del Trabajo, que lidera Héctor Recalde, abogado del camionero) para derogar la flexibilización de la venta de diarios. El jefe del sindicato de vendedores, Omar Plaíni, es uno de los principales aliados de Moyano en la CGT y en su proyecto político.

Se analiza armar recorrido propio
Tras los incidentes de los últimos dos días, los grandes editores de diarios analizan caminos alternativos para repartir su producto. Llamó la atención la publicación de varios avisos para reclutar “vendedores de diarios” ofreciendo “contratación inmediata”.
Según las fuentes del sector consultadas, la estrategia, en principio, era repartir por propia cuenta los diarios en el Día del Canillita, que se celebra mañana. Como parte del festejo, todos los puestos se mantendrán cerrados.
Tras la tensión con Camioneros y la pérdida de casi la mitad de ventas en algunos casos, ahora se piensa en un recorrido alternativo sostenido en el tiempo. “Perfectamente se puede hacer”, dijo un informante. Habrá que ver si Moyano lo permite.

Editorial de Clarín:
Otra grave acción que lesiona la libertad de prensa
Únicamente la estrategia del Gobierno nacional de condicionar el ejercicio de la libertad de prensa permite comprender la acción perpetrada en la madrugada de ayer que perseguía impedir que los diarios Clarín y La Nación pudieran llegar a sus lectores. Este grave atentado a la libertad de prensa fue articulado sobre la base de una presunta disputa gremial y tuvo como protagonistas a activistas que siguen a Pablo Moyano. Primero intentaron cerrar los portones de las plantas impresoras de estos diarios y luego bloquearon las distribuidoras de diarios y revistas que funcionan en Barracas. Estas acciones se concretaron con la mayor impunidad.
De un modo preciso, la Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (AdEPA) consideró al bloqueo como "institucionalmente grave", ya que afecta derechos de terceros y garantías constitucionales. Este conflicto tiene implicancias que exceden la puja entre los distribuidores de diarios y revistas y los camioneros, ya que afecta a la libertad de prensa. Y el periodismo, que carece de cualquier vínculo con las pretensiones gremiales esgrimidas, ha visto obstaculizado una vez más su acceso al universo de lectores, y esto por una intervención con rasgos violentos y abusivos.
Es necesario, entonces, contextualizar este nuevo ataque a la prensa en la serie de acciones directas e indirectas orientadas por el Gobierno nacional. Clarín ha sido el principal blanco de esta estrategia de intolerancia que persigue fragmentar y debilitar a los medios de comunicación a fin de encapsular el desenvolvimiento de una libertad básica como la prensa.
Desde los ataques discursivos del ex presidente Néstor Kirchner a Clarín hasta la actuación intimidatoria de centenares de inspectores de la AFIP -un hecho sin precedentes y aún no clarificado- y las amenazas que funcionarios públicos habrían dirigido contra el desenvolvimiento normal de la empresa Papel Prensa, la política del Ejecutivo nacional ha provocado un enrarecimiento y un clima de crispación dirigido a lesionar la actividad informativa. La ley de medios configura la cima de esta estrategia política de debilitamiento y manipulación de la esfera pública, ya que su implementación provocará un empobrecimiento creciente en materia de información, circulación de opiniones y promoción de la crítica como modo de desarrollo político y social.
Quienes atacan a la prensa a través del aparato estatal o mediante recursos paraestatales exhiben un perfil ideológico que impide robustecer la libertad de expresión, afectando la calidad de la democracia. Tanto los discursos contra la prensa como las restricciones legales y los actos de violencia destinados a restringir su funcionamiento insisten en una dirección opuesta a que traza la Constitución y apuestan a un modelo político que restrinja la crítica, debilite a la opinión pública y permita la manipulación de la ciudadanía. Las consecuencias de esa dirección política que impulsa el Gobierno nacional son muy peligrosas y hasta parecen alentar provocaciones y actos de violencia.
Nadie debería buscar restringir a la prensa y favorecer intentos de censura encubiertos como el de ayer. A un Estado democrático la Constitución le asigna el deber de robustecer la esfera pública, garantizar activamente la libertad de prensa y omitir la concreción de cualquier acción que perturbe el derecho constitucional prioritario a expresarse con libertad. Es de esperar, entonces, que las instituciones intervengan a fin de revertir un clima de hostilidad a la prensa que afecta a los medios pero sobre todo a la sociedad argentina en su conjunto.
El intento de impedir la circulación de los diarios Clarín y La Nación, impulsado ayer a la madrugada, fue un nuevo paso en el clima de hostilidad que el Gobierno nacional ha ido construyendo contra los medios. Ha sido un acto institucionalmente grave que debe llevar a la toma de medidas para evitar que se reitere. Un Estado democrático debe velar por la libertad de prensa y no restringirla a través de actos directos o indirectos.

Diario La Nación:
Con la ley o por la fuerza

Por: Joaquín Morales Solá

Ni un policía había recibido órdenes de impedir los desmanes. Nadie que representara a la autoridad laboral del Estado estaba cerca. Los ejércitos paralelos de Hugo Moyano se movían sin límites en la oscuridad de la noche. Lograron frenar la libre circulación de los dos principales diarios del país durante más de cinco horas.
El barrio de Barracas, donde están los respectivos talleres de La Nación y de Clarín, se convirtió, de hecho, en una zona liberada por el Estado para que las fuerzas de choque del líder camionero actuaran a su antojo. La intensa y planificada acción se extendió también a tres importantes centros de distribución de diarios y revistas que están en el mismo barrio de la ciudad. Empezó así, anteanoche, un conflicto cuyo final no se percibe aún, pero que pone en serio riesgo la distribución de los diarios.
Le ha llegado al turno al periodismo gráfico. Moyano no es un satélite sin órbita. Ya varias veces había amenazado con boicotear la distribución de diarios pretextando uno de esos entreveros que él suele tener para arrebatarles afiliados a otros sindicatos. Es cierto que los diarios no son las únicas víctimas. ¿Qué tenían que ver los supermercados y los clientes de los supermercados con su pelea por acólitos con el mercantil Armando Cavalieri? ¿Qué tiene que ver el resto de los argentinos con sus peleas a tiros limpios con el líder de los trabajadores de la construcción, Gerardo Martínez, por los mismos motivos?
Moyano se va a quedar dentro de poco hasta con la afiliación de los motoqueros, pero sabe que los diarios son elementos más sensibles que las otras cosas cuyo liderazgo disputa. No le importa.
El ex presidente Kirchner, jefe político directo de Moyano, también lo sabe y seguramente lo instigó a perpetrar el desastre. Por fin, un mundo sin periodistas, según la fantasía que en su momento verbalizó el ex premier británico John Major.
Consumada la ley de medios audiovisuales, ¿qué podía hacer el Gobierno con la prensa gráfica, que felizmente no tiene ninguna relación con el Estado? Intentar amedrentarla, tratar de asustarla. La imposibilidad de circulación de la prensa gráfica sería una condena a muerte de la prensa gráfica. Internet existe, pero no está todavía en condiciones de financiar un periodismo grande y eficiente.
La sociedad entre Kirchner y Moyano es tan intensa como inexplicable. A Moyano lo cuestionan los sindicatos más grandes y los más chicos del país (los gordos y los flacos, en fin) por su cercanía con un líder peronista en decadencia. Moyano resiste, aunque nunca fue un romántico de la política. Kirchner le acaba de entregar el manejo de la Administración de Programas Especiales (APE), que administra el Ministerio de Salud y que maneja más de 1000 millones de pesos anuales. Kirchner y Moyano son fanáticos creyentes del dinero como el más eficiente programa político.
El control de la APE había enfrentado duramente a Moyano con la ex ministra de Salud Graciela Ocaña, que aspiraba a que el líder sindical entendiera que esos recursos formaban parte del sistema de salud y no eran una mesa de dinero de los sindicatos. No pudo. Ocaña se fue por eso. Llegó Juan Manzur al ministerio y nombró un hombre de su confianza para que controle esos fondos. Duró 48 horas.
Ayer se publicó en el Boletín Oficial la victoria definitiva de Moyano: nada menos que el apoderado del Sindicato de los Camioneros, Daniel Colombo Russell, fue designado como jefe de la APE y en sus manos estarán de ahora en más aquellos importantes recursos. Otra guerra es previsible. Refiere a la que enfrentará a los grandes sindicatos con Moyano por la distribución de los dineros de la APE, pero esa historia no ha sucedido aún.
El Gobierno hizo suyo también un proyecto del abogado de Moyano, el diputado Héctor Recalde, para modificar el sistema las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART), en las que el sindicato camionero tiene sus propios intereses. Esos intereses habrían frenado también el inicial proyecto del oficialismo de estatizar el sistema de aseguradoras.
Todo eso explica la cercanía de Moyano con Kirchner. Pero, ¿qué cosas explican las proximidades de Kirchner con Moyano, uno de los protagonistas políticos más impopulares del país? No hay encuesta que sea benévola con el jefe camionero. Después de la gran crisis de hace siete años, Moyano estaba igual que gran parte de los dirigentes políticos de entonces: no podía salir sin custodia a la calle.
Ahora cambió la beligerancia de la sociedad, pero ésta no cambió su opinión sobre Hugo Moyano. Su figura y sus métodos son rechazados en los centros urbanos y en las zonas rurales con igual intensidad.
Sucede que a Kirchner le gustan la impronta de Moyano y sus métodos. No sólo le gustan; también le son útiles. El piquetero Emilio Pérsico terminó resolviendo el problema piquetero en la avenida 9 de Julio. Otro piquetero, Luis D´Elía, se ha convertido en el vocero más fiable del ex presidente. Kirchner siente especial predilección por ese mundo donde los aprietes violentos son más valiosos que la eventual seducción de las palabras.
¿Acaso no es el deslenguado y duro Guillermo Moreno el funcionario con más poder real en la administración? Moreno comenzó la ofensiva contra la prensa gráfica cuando se hizo cargo de hecho de la representación del Estado en la empresa Papel Prensa, a través de su incondicional Beatriz Paglieri, que ayer asistió a su primera reunión con el resto del directorio de la empresa.
No es una casualidad, aunque lo parezca: la mayoría del paquete accionario de Papel Prensa es propiedad de La Nación y de Clarín, los mismos diarios afectados por Moyano en la larga madrugada de ayer.
Hace pocas semanas, Moreno le dedicó una diatriba de antología a Papel Prensa y a sus dueños privados, que incluyó amenazas de golpes a los entonces representantes estatales en la empresa papelera; éstos renunciaron luego, tal vez asustados. Se hicieron dos denuncias penales sobre los dichos de Moreno, pero un fiscal está perdiendo el tiempo mientras enreda y revuelve los papeles. La Justicia y la policía también son, a veces, funcionales al método Kirchner.
Kirchner cree que los intendentes definen las elecciones y que los medios construyen la realidad. A los intendentes les llenó la mochila de subsidios para los pobres, que merecen una solución mejor para sus vidas. A los medios les ha dedicado una política brutal, coherente y persistente de domesticación. Para ese fin le sirve la ley o le sirve Moyano. Le da lo mismo.

Diario La Capital, Grupo UNO:

Clarín y La Nación llegaron tarde por protesta de choferes

Los principales matutinos porteños llegaron ayer con cinco horas de demora a los quioscos del área metropolitana debido a protestas en los centros de distribución realizadas por los conductores de camiones, que reclaman adherirse al gremio de choferes alineado al titular de la CGT, Hugo Moyano.
Tras denuncias formuladas por los diarios Clarín y La Nación sobre "intimidaciones" en los bloqueos perpetrados por los camioneros en sus centros de distribución, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (AdEPA) expresó su más enérgico repudio a la medida de fuerza del Sindicato de Camioneros y enmarcó la situación "en el clima de agresión y hostilidad hacia la prensa que se viene registrando en la Argentina".
Al repudio se sumaron la Unión Cívica Radical (UCR), el macrismo a través del diputado porteño Fernando de Andreis y el senador nacional por el oficialismo y titular de la comisión de Medios de Comunicación y Libertad de Expresión, Guillermo Jenefes.
Según dijo AdEPA en un comunicado, el episodio constituye un "flagrante caso de censura y afectación a la libertad de prensa", y es parte de un clima que vuelve a "ensombrecer la libertad de expresión en el país", del cual no han sido "ajenos sectores afines al poder político".
Según un relevamiento, los diarios que habitualmente llegan a los quioscos a las 3 de la madrugada, ayer recién fueron entregados alrededor de las 8.

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