jueves, 2 de abril de 2009

Ni privados ni estatales... de los trabajadores

Por: Hugo Echeverre y Daniel Satur
Continua el debate sobre el “Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual” que presentó hace dos semanas el Gobierno. Ya hay un cronograma de foros de discusión que se darán durante abril en distintas ciudades del país, organizados por el Comité Federal de Radiodifusión y con la entusiasta colaboración de ONGs, periodistas y carreras de Comunicación Social.
Como para condimentar la cosa, el espacio de intelectuales, académicos y artistas “Carta Abierta” vuelve a apoyar públicamente al kirchnerismo, mencionando en su nuevo documento Restauración conservadora o profundización del cambio que “se estará debatiendo una de las más radicales medidas de distribución cultural: una ley que impulsa la democratización del sistema de medios de comunicación”. Por si faltaba algo, las interferencias causadas por una empresa yanqui instalada en México a las señales de Canal 13/TN/Radio Mitre, y las multas de 500 mil pesos que Guillermo Moreno le impuso a Cablevisión y Multicanal (todos medios del Grupo Clarín), tensaron un clima de disputa, lejos igual está de amenazar las bases estructurales de la concentración del sistema mediático actual, ni cuestiona decretos que Néstor y Cristina firmaron en estos años a favor de Clarín, Telefónica, De Narváez, Manzano, Hadad y otros grupos capitalistas.

¿Estatal versus privado?

Para darle al debate un tono “democratizante”, quienes aplauden el proyecto del Gobierno dicen que con esta ley cambiará la relación de fuerzas entre los grupos económicos y “el pueblo”, con un mayor acceso comunitario a las frecuencias de radio y televisión. Sin embargo, el proyecto de ley expresa que para “facilitarle” el acceso al pueblo, se les deberá pedir los “cableados, ductos y postes” a los dueños de la estructura técnica. O sea, la propiedad (de Clarín y Telefónica en este caso)... no se toca.
A la vez, incorporan como parte del “pueblo” y de lo “público” a aquellos medios que tiene (más los que sumaría) el Estado. Ahora bien, ¿de qué Estado hablamos? ¿Qué intereses defiende un Estado capitalista como el existente?
Unos pocos ejemplos sobran para respondernos: Julio López está desaparecido físicamente desde más de 900 días; pero también está desaparecido de todos los grandes medios de comunicación. Estatales y privados, sin distinción.
Luciano Arruga desapareció hace 2 meses, después de haber sido secuestrado por la policía de Lomas del Mirador. Mientras la avanzada derechista de vecinos de esa localidad es difundida hasta el hartazgo, el caso de Luciano es silenciado por todos los medios. Estatales y privados, sin distinción.
El 24 de Marzo, decenas de miles marchamos en repudio al golpe genocida a Plaza de Mayo, rechazando a su vez la reaccionaria campaña que pide más mano dura contra el pueblo pobre. El acto del oficialismo tuvo una relativa cobertura; mientras que el de mayor concurrencia, donde estuvieron decenas de organismos independientes del Gobierno, partidos de izquierda y organizaciones de trabajadores en lucha, directamente no existió en las páginas y las pantallas, privadas y estatales.
¿Y la lucha de meses que llevan adelante los obreros de las automotrices en Córdoba? ¿Y la gran huelga docente en Río Negro? ¿Dónde aparecen las miles de suspensiones, la precarización y la pobreza que crece? ¿Y las decenas de muertes por la inseguridad en talleres, fábricas y obras en construcción?... ¿En qué medio masivo de comunicación fueron reflejadas, informadas, seguidas, debatidas? En ninguno. Ni estatales, ni privados.
Frente a los existentes medios masivos de comunicación, repartidos entre grupos concentrados y el aparato estatal, los trabajadores y el pueblo lejos estamos de obtener con una reforma legal el acceso a los recursos indispensables para poder contar con medios propios e independientes. Por eso, ¿acaso sería mejor que los medios estén en manos del Estado que en manos de grupos privados? No. Lo mejor sería que estén en manos de los trabajadores y el pueblo pobre, donde se expresen sin restricción todas las visiones del pueblo trabajador en lucha contra el capital, y la definición de los contenidos sea en función de sus gustos y necesidades fundamentales, contra las ideas y prejuicios reaccionarios de la burguesía.

Me engañaste, me mentiste…
En una sociedad dividida en clases antagónicas, los medios masivos de comunicación cumplen el rol de naturalizar las desigualdades sociales, la explotación de los trabajadores y la expoliación de los recursos naturales. Los medios intentan homogeneizar formas de vida y modelos de consumo, escondiendo la realidad miserable que el sistema capitalista genera y masifica para el pueblo trabajador. Los medios son herramientas centrales del dominio capitalista, y por eso no pueden ser modificados simplemente por la reforma de una ley.
Sin embargo, los intelectuales oficialistas, engañosamente, pretenden unir la idea de lo “público” como sinónimo de lo estatal, con el objetivo de hacer pasar como Estado igualitario y democrático a este Estado capitalista, que por su propia naturaleza favorece con cada una de sus leyes y actos la concentración económica y garantiza las ganancias privadas.
Por eso, cuando periodistas como Eduardo Aliverti (férreo defensor del proyecto kirchnerista) dicen que con la nueva Ley dos tercios del espectro de radio y televisión quedaría en manos del “sector público” (que según Aliverti, estaría expresado en los gobiernos nacional y provinciales), “de organizaciones sin fines de lucro” (¿tal vez se refiera a fundaciones como Ford, Telefónica, Repsol; tal vez a los Arzobispados?), “de universidades” (¿algún instituto terciario de enseñanza privada?), “de cooperativas” (¿el Banco Credicoop, Sancor?), “de sindicatos” (¿las dirigencias burocráticas de la CGT y CTA?)... ¿de qué democratización de las comunicaciones nos están hablando?

¿Prensa libre, o libertad de empresa?
“Los capitalistas (...) llaman ‘libertad de prensa’ a una situación en que la censura ha sido suprimida y todos los partidos editan sin trabas cualquier periódico. En realidad esto no es libertad de prensa, sino libertad para los ricos, para la burguesía, de engañar a las masas oprimidas y explotadas del pueblo (...) La edición de un periódico es una empresa capitalista grande y lucrativa, en la cual los ricos invierten millones y millones de rublos. La ‘libertad de prensa’ en la sociedad burguesa significa libertad para que los ricos engañen, corrompan, burlen con millones de ejemplares a las masas explotadas y oprimidas del pueblo, a los pobres, de un modo sistemático, continuo, cotidiano.” (V. Lenin, 1917)
No existe la libertad de expresión para la clase trabajadora en la sociedad burguesa, y por consecuencia, tampoco existe para los partidos y corrientes políticas que defienden los intereses de esa clase y plantean la transformación radical de este sistema. Por eso, los trabajadores y los sectores populares debemos luchar contra la censura, los silenciamientos y la distorsión que de nuestra realidad hacen los medios de comunicación privados y estatales. Para ello tenemos que darnos la tarea de construir de forma independiente diarios, radios, canales de televisión y sitios de Internet que batallen día a día contra las mentiras y el sentido común impuesto por la burguesía. Medios que se extiendan en las fábricas y barriadas obreras, capaces de expresar sin restricción la vida de los explotados y sus luchas contra el sistema capitalista.
Un pequeño gran ejemplo lo dieron los trabajadores y el pueblo de Oaxaca que en 2006, al calor del levantamiento popular y la constitución de la Comuna en ese estado mexicano, tomaron los medios de comunicación y los pusieron a funcionar como verdaderos amplificadores de la lucha, convirtiendo esos medios capitalistas en verdaderas herramientas al servicio de la transformación política y cultural que estaba planteada.
Creemos que debemos establecer una lucha consecuente en este sentido, en la perspectiva de lograr que todos los medios de producción, incluidos los medios de producción de la información pública, logren estar en manos del conjunto de los trabajadores, los únicos que podemos garantizar una verdadera libertad de prensa, y no la falsa libertad de la que hablan los capitalistas y sus propagandistas a sueldo.

Fuente: PTS

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