lunes, 14 de abril de 2008

Informe de la Facultad de Ciencias Sociales sobre el comportamiento de los medios de Capital Federal

Punteo para el análisis de medios entre los días 26 de marzo y 3 de abril de 2008.
Ataca como partido y se defiende con la libertad de prensa
“Hay que cuidarse de ese diario. Ataca como partido político y si uno le contesta, se defiende con la libertad de prensa”, dijo César Jaroslavsky al referirse al modo de accionar del diario Clarín durante los 80.
Esta frase va al nudo de un problema que los medios prefieren y necesitan ocultar para poder mantener el discurso de la “objetividad” y seguir instalados como quienes se limitan a “reflejar acontecimientos” de la vida social y política de la Argentina. Esta corriente -las teorías de la objetividad, el periodismo como espejo de la sociedad o la actividad periodística como reflejo del acontecer social- caracterizó las líneas de investigación hasta la década de los años 70 y, si bien ha sido desplazada por las teorías de la construcción de la información o de la fabricación de las noticias en la mayoría de los ámbitos de enseñanza y reflexión sobre el periodismo y la comunicación, los medios de comunicación -en tanto empresas por un lado, y en tanto espacios de rutinas y lógicas profesionales de fabricación de noticias y, por ende, de construcción de sentido, por el otro- se esfuerzan cada día para perpetrar, como sentido común la corriente de la objetividad. Al asumir que “los medios construyen una realidad” y no que la “reflejan”, se verían obligados a dar cuenta ante la sociedad de cuáles son esos mecanismos a través de los cuales fabrican las noticias, lo que implicaría que deberían asumirse ya no como espacios en los cuales la vida social aparece “reflejada”, sino como actores sociales y políticos del acontecer de una Nación.
Reconocer estas dos cuestiones implicaría colocarse ya no sólo en el lugar del decir, sino que abrirían la puerta a que se les pudiera decir a ellos también.
Aquí reside una de las razones por las cuales el enfrentamiento de los medios con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner es tan virulento. Porque no se explica semejante nivel de enfrentamiento de parte de los medios con estos dos gobiernos si se atiende solamente a la cuestión empresarial: por citar sólo un caso, el gobierno de Néstor Kirchner le extendió las licencias de radiodifusión.
Entonces, ¿cuál es el problema? La razón fundamental de tal nivel de virulencia en la crítica y en el cuestionamiento reside -mas allá de profundas diferencias ideológicas que han quedado al descubierto desde un comienzo- en que estos dos gobiernos los colocaron en la escena pública como un actor más de la vida política y social, y los han interpelado públicamente desde este supuesto. Es decir, los obligaron no sólo a posicionarse en tanto actor político, sino también a dar explicaciones sobre los modos de construcción de la información –es decir, cómo es el procedimiento y el mecanismo a través del cual un acontecimiento se vuelve hecho noticioso al ser interpelados ya no desde un lugar externo a la escena pública, sino como partes de la esfera política. Y esto, para quienes basan su poder político, simbólico y económico en la noción de distancia ecuánime con los acontecimientos es obligarlos a echar por tierra el modo en que se han definido desde su nacimiento.

La violencia simbólica
El “lock out” patronal agropecuario obligó a la ciudadanía a posicionarse como pocos acontecimientos lo han hecho en la historia reciente de la Argentina. Los medios no escaparon a esto y en la vorágine de no perder el lugar de la supuesta neutralidad mostraron lo que desde siempre han querido ocultar: nunca antes habían quedado tan en evidencia los modos de construcción de la información (...)
“La actuación de lo massmediático audiovisual resultó una experiencia casi inédita de impudicia, obscenidad ideológica y violentación de toda “objetividad” en cuanto a política de la imagen y de los encuadres de parte de los canales y sus noticias. Un cóctel de distorsión, analfabetismo, prejuicio y racismo. La espontaneidad de la dupla “movilero-locutor” para explicar las cuestiones que nos asuelan resultó una suerte de catarata indetenible que hizo estallar todo sentido sobre lo que realmente está ocurriendo en la crisis, ante ojos y oídos de millones de personas. Los acercamientos de cámaras donde 100 parecen 10.000, los diálogos donde es peor la ideología del cronista que la del propio entrevistado
fascistoide, la conversión de la Sociedad Rural y Coninagro en revuelta de una suerte de “campesinado” andino escapando del napalm, la falta de toda intención ordenadora de los significados que están en juego hacen del noticierismo porteño la “natural” y/o alentada derechización ideológica con que se baña cotidianamente nuestra sociedad mirando la pantalla”, escribió Nicolás Casullo en la edición del 30 de marzo de 2008 de Página/12.
No es llamativo, pero es necesario consignar que Página/12 fue el único medio que dio cuenta del comportamiento y de los modos de cobertura de los medios de comunicación.
Este tipo de columnas apareció publicado durante casi todos los días del conflicto y en su edición del 3 de abril, el diario realizó una entrevista a semiólogos para que analizaran los discursos construidos.
Columnas como la de Casullo no son solamente una invitación a la reflexión. Es también la puesta en evidencia y en palabras- de cómo los medios construyen y que sobre eso se puede y sé debe hablar porque son un actor más en la vida social y política de una nación. Esta intención política de Página/12 se da de bruces con la noción de objetividad que pregonan slogans como “periodismo independiente”.
Y en este sentido, es más que notable ver cómo mientras Clarín (3 de abril de 2008), por ejemplo, dedicaba espacio al comunicado de ADEPA en el cual se decía que las coberturas de los medios son “noticias y opiniones expuestas sin otro propósito que reflejar la realidad”, en Página/12 se le daba importancia al pronunciamiento de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en el cual se hablaba de “recortes de la realidad”.

Cuando igualar desequilibra
El martes 25 de marzo a la madrugada, todos los canales de televisión colocaron en un nivel de igualdad informativa el discurso presidencial, los piquetes del agro y los “cacerolazos” en algunos barrios porteños.
Esta equiparación es el primer síntoma de desestabilización.
La regla básica de construcción de una nota es responder a la estructura de la pirámide invertida, esto es, responder en el primer párrafo o en el copete informativo, en el caso de los medios electrónicos a las cinco preguntas básicas del periodismo (qué – quién – cuándo – dónde - cómo). Dentro de la clasificación de noticias, se encuentran las “noticias del campo del hacer” y las “noticias del campo del decir”.
De lo anterior, se desprende una segunda regla básica del periodismo: saber diferenciar dentro de las “noticias del campo del decir” el lugar de enunciación de quien pronuncia estas palabras y entender a partir de esto la jerarquización que se hará de la información.
Cuando la televisión “parte la pantalla” y coloca en un pie de igualdad informativa la palabra presidencial y la de un “cacerolero” o el discurso presidencial es equiparado al de un líder agropecuario surgido de una asamblea, lo que se está haciendo, en realidad, es provocar un efecto de sentido que pierde de vista no sólo las jerarquías, sino las implicancias de cada una de esas palabras emitidas. Para decirlo claramente: se equiparó desde un comienzo la palabra que provoca acciones de gobierno y la palabra que sólo da cuenta de un testimonio individual y de coyuntura.

La edición
En la misma madrugada del miércoles, los medios audiovisuales hicieron un “recorte” a través de los encuadres de las cámaras. Sólo una toma en perspectiva da cuenta, con algún grado mayor de imparcialidad, de la totalidad de lo que está ocurriendo que no es otra cosa que, en un texto escrito, poner en contexto lo que se relata-. Un plano corto y cerrado elimina la posibilidad de que el televidente pueda ver ese contexto. Este tipo de tomas fue utilizado para “mostrar” la cantidad de personas que participaban de los cacerolazos.
A las 3 de mañana del ya miércoles 26, TN sumó a lo anterior una edición en la cual aparecía “el peligro” que generaban quienes estaban en la Plaza defendiendo al gobierno.
La secuencia fue la siguiente: se mostraba a un grupo de “caceroleros” y el sonido de estas imágenes era el ruido ambiente del golpeteo de las cacerolas y las voces que participaban de esta manifestación. La imagen fundía a negro y aparecía un grupo de “piqueteros” tomados de espaldas en cámara lenta y con niveles más bajos de luz, y acompañaba a estas imágenes una música de película de terror similar a la de Tiburón cuando el animal está por atrapar a su presa. Todos los que trabajamos en y con los medios de comunicación sabemos que una película de suspenso no es tal sin la musicalización.
La Nación construyó el siguiente título en la tapa de su edición del miércoles 26: “Cacería para ganar la plaza”. Lo que aquí se dice sobre “atrapar a la presa” no es inocente.
El contraste era claro: personas indefensas se están manifestando mientras la bestia está acechando para provocarles algún tipo de daño.
A esta construcción, le precedieron comentarios de periodistas en piso, de cronistas en la calle, y de videograf que marcaban la diferencia entre “gente” y “piqueteros”, y entre “vecinos” y “piqueteros violentos”. Esto que se relata se vio sobre todo en TN y en el programa especial que canal 13 puso al aire -conducido por María Laura Santillan y Santo Biasatti-, para lo cual el canal del grupo Clarín levantó su programación habitual (estaba por comenzar un capítulo de “Mujeres asesinas”).

Las primeras dicotomías
Aparecieron, por esas horas de la noche del martes 25 y de la madrugada del miércoles 26, los primeros elementos de corte racista y clasista:
Veamos algunos ejemplos:
  • las diferenciaciones entre “gente” y “piqueteros”. (TN, América, Canal 13).
  • “piqueteros (...) dispersaron a los golpes a manifestantes”. La Nación, 26 de marzo).
  • diferenciación de “manifestantes” y “piqueteros”. Ejemplo: nota “Ataque de grupos de piqueteros a los manifestantes de Plaza de Mayo”. (Página 7, Clarín, 26 de marzo).
  • la noción de manifestaciones de “gente bien vestida y de color claro, de piel” y la de “piqueteros” y “personas de tez oscura” (TN).
  • el problema de a quién se le brindan los recursos provenientes de las retenciones (chiste de Nik en la contratapa del Suplemento Espectáculos de La Nación del domingo 30 de marzo).
  • la alusión de Crítica de la Argentina del 27 de marzo, en tono de sorna, al cambio de camisa de Luis D´Elía entre el martes 25 y el miércoles 26.
  • la dicotomía de los “vecinos autoconvocados” o “ciudadanos que se manifiestan espontáneamente” vs. “piqueteros violentos”, “militantes” o “grupos de choque”.
  • “La familia agropecuaria se moviliza en las rutas”, dice La Nación del miércoles 26 de marzo y recurre a la construcción a través del recorte en el testimonio personal y con cierto dejo melodramático, al modo de las historias de vida, al que también recurrió Clarín, por ejemplo, el 30 de marzo y Crítica el 30 de marzo del 2008. Este mecanismo nunca fue utilizado para dar cuenta de por qué, por ejemplo, habían ido a la Plaza las personas que se manifestaron en Plaza de Mayo en apoyo al gobierno a quienes participaron del acto del 1 de abril.
Luis Bruschtein logra dar cuenta, al mismo tiempo, de dos fenómenos diferentes en su nota de Página/12 del 2 de abril. Señala allí que vio en el acto del 1 de abril a un hombre con uniforme del SAME que llevaba un cartel que indicaba: “Señores de TN, yo también soy la gente”, al tiempo que otro cargaba un cartelito con la leyenda: “Señores del campo: vinimos a la plaza y no nos pagó nadie”. A través de estos relatos, establece, por un lado, lo ofendida que más de una persona pudo haberse sentido por lo que dijeron y escribieron los medios y, por el otro: que quienes ofendieron fueron los medios de comunicación.
Estos datos color permiten retomar una noción que siempre ha servido como escudo de defensa para los medios de comunicación y pocas veces para los ciudadanos: que lo que debe recordarse es que la libertad de expresión de un medio o de un periodista es una parte de la ecuación.
La otra, la no tan reiterada desde los medios, se basa en el derecho fundamental que asiste a todos los ciudadanos de poder recibir la información (...)
Y Roberto Caballero hizo lo propio en la edición del 27 de marzo de la revista Veintitrés: “Veo a periodistas progres indignados por la ausencia policial en la zona de refriega y me deprimo, sinceramente. Se me caen los ídolos. Uno a uno. Veo a chicos de la Universidad de Belgrano ofendidos no tanto por las retenciones al agro como por las extensiones de Cristina. ¿Nadie se pregunta cómo sería el país sin las retenciones? Yo les cuento, si quieren. Con suerte, el litro de leche saldría 6 pesos. Un kilo de tomate, 22. El asado, 30 ó 40. El lomo, señora, 95 ó 100. Una plantita de lechuga, 10. No se entiende por que la gente apoya algo que le daña el bolsillo. 0, mejor dicho, si, por el odio. El odio del “viva el cáncer”.

Cuando no decir dice más
Si la razón de ser y de trabajar del periodista es la búsqueda de información para lograr comprender primero y explicar después cómo se sucedieron los acontecimientos y por qué ocurrieron de esa manera, no termina de entenderse -si se piensa desde la buena fe y la ética- por qué Página/12 fue el único medio interesado en saber cuáles fueron las circunstancias en las cuales tuvo lugar el enfrentamiento físico entre D´Elía y Grahan.
Sólo este diario tomó testimonio a ambos. Allí pudo saberse que Grahan persiguió a D´Elia durante una cuadra mientras le gritaba “negro de mierda”, “servicio”. Los medios audiovisuales tomaron testimonio a Grahan y lo editaron) junto a la voz de D´Elia cuando el líder de la FTV se refería a la “oligarquía”. Es decir que se construye un escenario en el cual se parte de la base de que toda persona relacionada con los movimientos de desocupados o “piqueteros” será violenta, por lo que su testimonio no es informativamente relevante. Lo importante, desde esa concepción ideológica, es saber qué fue lo que hizo que “en esta oportunidad nuevamente” el “piquetero actuara violentamente”, porque en esta lógica se descarta que así se comportará.
Otro elemento que permitió que en el aire se mantuviera este trato discriminatorio –expreso o sutil- fue la falta de repreguntas por parte de los periodistas o la ausencia de comentarios sobre algunas cuestiones específicas:
  • “Un manifestante de Gualeguaychú habla de los piquetes de los trabajadores desocupados como “piquetes de negros villeros. El movilero de CQC utiliza el mecanismo de la repregunta pero sólo para la ironía y el humor.
  • La diputada Alarcón dijo en el programa de Santo Biasatti “Otro tema”, en TN, que “la gente de campo se levanta muy temprano para trabajar” y en ningún momento el periodista y conductor propone que hay otros millones de personas que no viven en el campo y que también madrugan para ir a desempeñar actividades valiosas como las de un productor. Alfredo Zaiat fue el único que puso esta arista en cuestión: en la edición del 29 de marzo, escribió: “¿Por que un productor –el dueño del campo- que se levanta a las cuatro de la mañana y maneja un tractor hace más “patria” que un obrero urbano –dueño sólo de su fuerza de trabajo- que se despierta a esa misma hora, viaja incómodo a la fábrica y opera una maquina industrial?”.
  • “En TN, la cronista no se preocupa en preguntarle a algún manifestante por qué corrieron a golpes a una joven en Caballito cuando ésta pretendió “manifestarse” a favor del gobierno con un cartel que llevaba la consigna escrita a mano “fuerza, Cristina”.
  • Sólo C5N se preocupó por preguntar y averiguar contra qué o a favor de qué se manifestaba un joven de saco y camisa celeste que termino con la cabeza ensangrentada luego de ser golpeado. Los canales dieron por supuesto que se trataba de un “cacerolero” porque estaba “bien vestido”. A través de C5N, pudo saberse que se trataba de un joven que trabajaba en una dependencia del Estado nacional y por eso su vestimenta-, que había salido a manifestarse a favor del gobierno y que había sido golpeado por una persona que estaba a favor del campo”.
  • No se le dedicó, ni en televisión, ni en radio, ni en los medios gráficos casi ninguna importancia a la persona que murió en la ambulancia que fue impedida de atravesar un piquete agrario.
  • No hubo una sola repregunta cuando el presidente de CARBAP dijo el de abril por la noche casi a modo de amenaza pública: “Hemos cumplido nuestro objetivo: ya nos demostramos y le demostramos a la Argentina que estamos en condiciones de desabastecerlo”
  • No se le hizo ninguna repregunta al vicepresidente la Sociedad Rural cuando indicó que el tipo de manifestación podía notarse en el “color de la piel” de quienes la protagonizaban.
  • “Otro dato significativo es que por estos días no aparecieron ni columnas de constitucionalistas ni especialistas consultados a través de las cámaras -como si ocurrió durante diferentes piquetes anteriores y de desocupados- que explicaran la “inconstitucionalidad de los cortes de ruta”.
La desestabilización sutil
Hubo, además de discriminación burda, desestabilización sutil. Se equiparó lo que ocurrió en las calles y lo que protagonizaban las “vecinos” con la noción clásica de democracia participativa, que no es otra cosa que pueblo en estado de manifestación. Es decir que se construyó la siguiente ecuación: el gobierno es autoritario y las demandas “de la gente” son más democráticas porque se hacen visibles en el espacio público.
Ya para estas horas se habían instalado algunas nociones que se mantuvieron en casi la totalidad de los medios gráficos y audiovisuales:
  • “La noción de paro. Un paro es una huelga de trabajadores asalariados y lo que aquí estaba ocurriendo era un “lock out patronal”. Esta diferenciación no apareció en los medios audiovisuales hasta ya entrado en días el conflicto y de las medios gráficos sólo Pagina/12 lo presentó de este modo desde un comienzo.
  • La noción de la medida de fuerza, también en reemplazo de “lock out patronal”. “La idea de que los piqueteros eran aquellos que se acercaban a la Plaza de Mayo y que salían a defender al gobierno nacional “enviados” (dixit) por este y que las personas que estaban cortando la ruta eran “manifestantes”. Por el absurdo, podríamos decirlo de este modo: los “piqueteros” eran aquellos que no estaban cortando ni calles ni rutas y quienes cortaban rutas y calles no eran, en esta oportunidad piqueteros.
  • Comenzaba a pasarse –para observadores atentos- del acontecimiento “potencialmente mediáticos” a los hechos “absolutamente mediatizados”.
Lo espontáneo
Una de las construcciones más “mediatizadas” fue la noción de “espontaneidad” del cacerolazo: esta idea ya había sido celebrada en el 2001, cuando se contrapuso explícitamente esta idea a la del aparato político que lleva almas esclavas a sus actos. La diferencia respecto del 2001 fue que luego de insistir una y otra vez con la “espontaneidad de las cacerolas””.
En la nota “No somos golpistas”, dicen los nuevos militantes del cacerolazo, de la página 21 de la edición del domingo 30 de mano del 2008, los periodistas Juan Pablo Morales y Agustín F. Cronenbold escriben: “Su existencia se empezó a gestar en Semana Santa, cuando en muchos pueblos del interior agrupaciones relacionadas al campo convocaban a marchar el martes a las plazas de las ciudades. En la Capital, el domingo hubo una convocatoria vía e-mail de universitarios de la UBA: “Se esta armando una movida para ira Plaza de Mayo el martes 25, a las 20 horas, para dar nuestro apoyo al campo”.
Si los datos que aporta esta nota son ciertos. Entonces porqué La Nación dice en la tapa de su edición del miércoles 26 de marzo que: Cacerolazos e incidentes tras las criticas de la Presidenta al campo”.
“Una fuerte reacción social (...) sucedió a un duro discurso de la presidenta (...)”. “Miles de manifestantes autoconvocados con cacerolas se habían reunido pacíficamente (...) Pero sobre la medianoche, piqueteros conducidos por Luis D´Elía y Emilio Pérsico dispersaron a los golpes a los manifestantes espontáneos”
El mecanismo del causa: discurso presidencial-efecto: manifestación espontánea ganó el sentido e hizo perder de vista que los cacerolazos y la manifestación a Plaza de Mayo contra el gobierno había sido tan premeditada y previa a las palabras de la jefa del Estado como el lanzamiento del paro por tiempo indeterminado” por parte de los sectores agrarios.
Página/12 hizo la diferencia con una herramienta muy sencilla y básica del periodismo: el relato cronológico de ciertos acontecimientos. Dice Página/12 en la bajada de tapa del miércoles 26: “Los dirigentes de las organizaciones agrarias anunciaron la continuación del lock out por tiempo indefinido”.
“No me voy a someter a ninguna extorsión” respondió la Presidenta”.
Vemos aquí cómo con el verbo respondió se modifica el orden de los acontecimientos y se modifica por completo la realidad construida.
Página/12 finaliza la mencionada bajada del siguiente modo: “Por la noche, hubo cacerolazos en varios barrios porteños y una concentración opositora en Plaza de Mayo”. Notamos en este caso, cómo al dar un grado mayor de precisión este diario logra, nuevamente, construir otro escenario.
Se desprende de lo anterior que otra de las construcciones de los medios estuvo anclada en: la omisión de detalles y en la puesta de los hechos en una misma temporalidad, eliminando la cronología que da contexto y explica muchos -sino todos- los hechos ocurridos. Clarín utilizó un mecanismo similar al de La Nación. Tituló en su edición del 26 de marzo: “Cacerolazo tras el duro discurso de Cristina”. En el interior, el copete de la nota de la página 6 indica: “En todos los lugares arrancaron a las 20 convocados por mails y mensajes de texto”, y dice en la nota: “La convocatoria para marchar a la plaza de tu pueblo o dudad se difundió en todo el país por Internet y mensajes de texto”. Sin embargo, en la nota de la página 7 se indica que las personas se agruparon “de manera espontánea en el Obelisco”.
Crítica de la Argentina hizo lo propio: en la pagina 4 de la edición del jueves 27 de marzo, Javier Romero indica en su nota que “una cadena de mails y de mensajes de texto, convocando a un cacerolazo después del discurso presidencial, se habían filtrado a manos de K”. Sin embargo; en la página 2, en la nota cuyo título es “Los batata modelo 2008”, el copete dice que “un cacerolazo espontáneo con movilización a Plaza de Mayo culminó como 24 horas antes”.
Si bien en lo dicho aquí, La Nación y Clarín hacen una construcción similar, es importante marcar que La Nación se refirió a la medida de las organizaciones agrarias más como “conflicto con el campo” o “protesta” que como “paro”,
palabra que eligió Clarín por encima de cualquier otra.
Por otra parte, La Nación hizo hincapié en la “violencia” ocurrida por el enfrentamiento de los manifestantes, mientras Clarín pone el acento en los manifestantes concentrados en la Plaza de Mayo y coloca en tapa una foto excesivamente similar a la que colocó en su portada del jueves 20 de diciembre del 2001.
Fue un exceso de casualidad en el recorte informativo y en la elección de la imagen. El escenario construido, entonces, desde la tapa del diario es que este 25 de marzo y aquel 19 de diciembre no tienen demasiado de distinto. Nuevamente es lo no dicho –el contexto político, la actualidad económica, la legitimidad electoral del actual gobierno, la pasividad de la protesta, entre otras cientos de variables- lo que habla.
La falta de contexto es lo que termina construyendo escenarios en los imaginarios del lector (...)

Foros sin editar – Fotos con edición
Otro mecanismo menos burdo, pero igual de peligroso y desestabilizador, o, por lo menos, no aliado del llamado a la calma, es apelar a ciertos fantasmas del pasado que permanecen en los imaginarios sociales más como consignas y como imágenes estáticas que como referencia a recuerdos explicados e interrogados por el conjunto de la sociedad. Crítica apeló, en su edición del 27 de marzo, a los “batatas” (persona que en el Mercado Central en 1993 agredió a Marcelo Bonelli) y al “helicóptero” de Fernando De la Rúa (la imagen de la decadencia política y la deslegitimación pública de la figura presidencial, la que a su vez apelaba a otro helicóptero: el que utilizó María Estela Martínez de Perón cuando el golpe de Estado de 1976).

La edición gráfica
El trabajo periodístico de los diarios consta de dos instancias básicas: la escritura y la edición gráfica. El redactor pone toda su atención en su nota. El editor de sección, hace lo propio en el titulado de estas notas. Un lector distraído puede referirse a casualidades. Quienes trabajamos en y con los medios sabemos que el azar está bastante alejado del cierre gráfico de una sección.
Un ejercicio interesante para realizar con esta edición del diario Crítica es leer de corrido muchos de sus títulos y analizar la sensación que estos provocan:
“Segundo round”, “Los batatas modelo 2008”, “Así se armó el operativo D´ELía”, “Son muy bravos los Kirchner”, “Más de cien cortes en todo el país”, ”Se frenó la cadena productiva”, “Comer, una misión imposible”, “Demoras, cancelaciones y dársenas vacías”.
No es necesario ser muy avezado para darse cuenta que esta construcción da cuenta de un país en el cual reinan la violencia, el hambre, el desconcierto, la falta de previsibilidad y que pareciera se tratara de una nación en la cual ninguno de los ciudadanos pudo en esos días seguir con sus actividades cotidianas.

Los ánimos no se serenaron
Pasados los días, no se calmaron los ánimos y el acento de los medios estuvo puesto en el modo en que las personas que habían participado del acto del 1 de abril en Plaza de Mayo habían sido llevadas. Así, Clarín señaló que: “Llegaban colectivos cargados de kirchneristas”; hablo del “peso del aparato”; mencionó a “los colectivos que transportaban manifestantes” y se hizo mención a la “poderosa maquinaria para movilizar a la gente” (...).

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